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El sueño de una noche de verano

¿Para qué volver? ¿Qué motivos nos llevan a empezar de nuevo? ¿Volver por volver es una razón suficiente? Depués del notable éxito de sus dos primeros discos, I love your glasses (2008) y Fuerteventura (2011), y en plena gira de su tercer álbum Agente Cooper (2014), Lourdes Hernández decidió aparcar, de manera indefinida, su proyecto musical Russian Red.

La presentación de Agente Cooper incluía una gira por Estados Unidos y Asia. En mitad de un concierto en Seattle, decidió abandonar el escenario después de unas canciones para no volver más. Algo parecido ya le había sucedido a Bunbury.

El miércoles, 31 de julio, Lourdes volvía a Madrid a presentar algunos de sus temas más populares en el concierto que cerraba la cuarta edición de las Noches del Botánico, que se está consolidando como uno de los mejores festivales de la capital.

Después de una potente tormenta de verano que interrumpió el concierto de los teloneros, Rufus T Firefly, en el que el conjunto de Aranjuez repasó 11 versiones de canciones icónicas, desde Someting de los Beatles a Copenhague de Vetusta Morla, Lourdes apareció en el escenario con casi una hora de retraso.

Fue un espectáculo multidisciplinar donde además de música, ocupaba un papel importante la danza, el vestuario y videoproyecciones. Le acompañaba su banda habitual, además de un pianista y un quinteto de cuerdas, con tres violinistas y dos chelistas. La puesta en escena era impecable, con un vestido que recordaba al de la protagonista de Black Swan, flanqueada por dos bailarinas de danza contemporánea que realizaban distintas coreografías para cada una de las canciones.

Abrió con Neruda, de estribillo épico y esclarecedor (We travel far to try to understand…), y sorprendió el enfoque de algunas de sus canciones más populares, como la visión swing con que redibujaron Fuerteventura. Folk delicado con arreglos hipnóticos. Casi toda la crítica ha sido muy positiva, llegando a hablar de hechuras de artista integral.

A mí me pareció un concierto maravilloso. De lo mejores a los que he asistido en mucho tiempo. Por inesperado, por el cuidado en los detalles, porque no sólo fue un concierto de música, como bien señalaban las crónicas. No era sencillo evitar lo pretencioso de esa «experiencia artística» bajo el shakesperiano nombre de Una noche de verano, pero nada más lejos de la realidad. No fue pretencioso, ni vano. Fue real y hermoso. Una propuesta artística dibujada al milímetro que mejoraba en directo todas y cada una de las canciones, arropada por una banda sensacional. Por encontrar un pero, la parte de los bises quizá no estuvo a la altura. Era un extra al maravilloso espectáculo que acabábamos de contemplar, y es muy difícil sorprender a alguien que ya está boquiabierto.

Cuando Lourdes abandonó los escenarios hace más de cinco años, en sus propias palabras, lo hizo porque “en ese momento tenía otros objetivos vitales, quería hacer otras cosas, mi vida no empezaba y acababa con la música”.  Aquellas razones recordaban de alguna manera a los versos de Bukowski en «¿Así que quieres ser escritor?»

Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.

(…)

A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
o hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.

Precisamente, su reaparición estival confirma que hacer por hacer, lo mismo y sin motivación, carecía de sentido.

Cinco años después, el concierto del Botánico fue mágico e hipnótico. Imposible de olvidar.

BonusTrack:   «Yo no creo que exista la ruptura emocional, creo que existe la continuidad emocional. Todas las personas que conocemos, aunque el encuentro sea breve o largo, se quedan con nosotros. Y las canciones están llenas de personas que han pasado por nuestra vida y que se han quedado de alguna manera… independientemente de que se hayan marchado para siempre».

Una de mis canciones favoritas: The Memory is Cruel

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