Del vinilo a la gran pantalla
"Rocketman", el biopic de Elton John
Parece que el éxito de crítica y taquilla de Bohemian Rhapsody ha servido de acicate para estrenar más biopics musicales. Rocketman, sobre la vida y carrera musical de Elton John, y Yesterday, una historia de ficción con las canciones de los Beatles como telón de fondo. Y ojo, ya está en camino, Going Electric, con Timothée Chamelet -el adolescente de Call me by your name y la última de Woody Allen, Día de lluvia en Nueva York– en el papel de Bob Dylan. ¿Qué aportan estos biopics para los entusiastas de la música de estos grupos? ¿Es una moda pasajera o seguirá la ola de películas sobre grupos e intérpretes?
ROCKETMAN
En el caso de Rocketman, la estructura narrativa es original: partiendo de uno de los momentos de mayor reconocimiento del artista, con las entradas agotadas en el Madison Square Garden, al reencuentro con los demonios que ha ido dejando por el camino. De icono pop en el escenario a la clínica de rehabilitación. Como tantos otros. En cierta medida, existe en esa forma de presentar el relato un parecido con el recorrido que también se traza en Bohemian Rhapsody: tirando un flashback desde el concierto de Wembley a sus inicios como grupo (sobre esta película, Juanjo ya había analizado en este interesante post, similitudes y diferencias con la historia real de Queen).
Infancia complicada, un sentimiento de desamparo por la ausencia de una figura paterna, y talento arrollador para tocar el piano. Con esos ingredientes, Reginald Dwight -el nombre real de Elton John- conforma su personalidad de chico introvertido. En sus inicios, como teclista de Bluesology, pregunta a uno de los músicos soul a los que acompaña qué podría hacer para ser como ellos. La respuesta no deja lugar a dudas: «Pues haz canciones». Parece que Reginald / Elton toma buena nota de ello, y de teclista pasa a ser intérprete y compositor, de la mano de su amigo Bernie Taupin como letrista. Ambos firmaron discos inconmensurables en la década de los 70.
La fama, como sucede tantas veces, no le sienta demasiado bien a Elton (sin rastro de Reginald), que empieza a llevar una vida de desenfreno a la vez que continuaba su ascensión hacia la cima de la celebridad. Ese tortuoso camino entre pasar de ser un particular a una estrella mundial, vuelca al adolescente retraído hacia la senda del exceso. Como tantos otros. Ponerse fino de cocaína y darle al botijo en cantidades industriales, definitivamente, no es algo que ayude a centrarse. De fondo, las heridas de la infancia que no cicatrizan, el vacío emocional por la ausencia del padre, dificultades para asumir su orientación sexual, etc… Seguramente esos sean los factores que desencadenaron tanto desenfreno -obviamente, quien mejor lo puede saber es el propio Elton, productor ejecutivo de la película-, pero no deja de desprender una moralina excesiva sobre algunas de las personas que son luz (le cuidan y se preocupan verdaderamente por él), y otras que actúan desde las sombras. Principalmente, para vampirizar su fama y dinero. En este punto, también hay una cierta similitud con el manager/novio de Freddie, en Bohemian Rhapsody, con el que rompe en Munich después de la visita de Mary Austin, que había sido su prometida y mejor amiga. Lo malo de estos giros de guión excesivamente moralizantes, de buenos y malos, es que hacen que la historia pierda verosimilitud. La vida, más que blancos y negros, se suele pintar en grises. Y estos villanos, caricaturizados en exceso, dan la sensación de estar viendo una película de Disney en vez de una historia sobre músicos (no olvidemos que antes que músicos son personas). El factor humano se desvanece y, a ratos, parecen dibujos animados.
Hay algunos momentos muy logrados (atención spoiler), como la secuencia del Crocodile Rock, cuando el propio Elton y la banda levitan y hacen también flotar al público. Era uno de sus primeros conciertos en Los Ángeles, en la sala Trobaudor, a las puertas del éxito mundial. La verdad es que esa canción no tiene desperdicio. Una mezcla de rock, Beach Boys y una melodía y coros sensacionales:
Tampoco me pareció buena señal que el productor ejecutivo de la película fuese el propio Elton John. Cuando uno es juez y parte es más probable la ausencia de poso crítico. No obstante hay que reconocer que no se omiten partes escabrosas de drogas y excesos. Quizá sí se abusa de recursos más propios de un musical, con coreografías que intercalan en la narración de la historia y un estilismo bastante histriónico. En palabras del propio artista, «fue un periodo extraordinario y surrealista, y así es como quiero que sea la película«.
En resumen, la película no es mala, pero tampoco me parece buena (este 6,9 que le dan en Filmaffinity, me parece un poco inflado). Tengo que reconocer que Elton John no es que sea una de mis debilidades. Por supuesto tiene canciones geniales, pero no es un artista al que haya seguido especialmente. Quizá para aquellos que sean más seguidores, la película tenga más significado. En mi caso, me quedo antes con la de Bohemian Rhapsody.
Un apunte curioso sobre esta canción, de 1973, que siempre me gustó mucho, y en la que hacen una referencia a nuestro país: Daniel is travelling tonight on a plane / I can see the red tail lights heading for Spain / Oh and I can see Daniel waving goodbye. Bernie Taupin comentaba que es la letra que más se malinterpretó de todas las que ha escrito: Daniel, realmente, habla de un excombatiente de la guerra del Vietnam. En algunas interpretaciones, la referencia que hace a nuestro país es la excusa de los padres, que no quieren asustar al hijo pequeño, y le dicen que su hermano mayor ha ido de vacaciones a España. También pudiera ser que la razón fuese simplemente la similitud fonética para rimar «Spain» y «plane».
YESTERDAY
Aquí sí que me he llevado una buena decepción : (. Beatles (mi grupo favorito), Danny Boyle (cómo no recordar esa persecución por la calles de Edimburgo, con «Choose Life» y Lust for Life, de fondo) y una historia que parecía muy original. En el peor de los casos, al menos siempre nos quedaría una magnífica banda sonora. ¿Qué podía salir mal?
Danny Boyle dirigió Trainspotting hace casi un cuarto de siglo. Era el año 1996.
Punto de partida: el protagonista de Yesterday es un cantautor que, frustrado al no ser capaz de que sus canciones lleguen a suficiente público, decide dejar de tocar. La misma noche en que anuncia que se retira, tiene un accidente de coche y al despertar descubre que la gente no conoce quiénes son los Beatles. Nunca han existido. Ni ellos ni sus canciones. Así que aprovecha para hacer memoria, recordar las canciones de los de Liverpool y reclamar para sí mismo la autoría de todos esos temas. Resulta bastante gracioso el momento en que enseña a sus padres, en el piano del salón de casa, Let it be. Para ellos un tema inédito. O irse de gira a Moscú y desembarcar con Back to the USSR, supuestamente escrito en el avión. ¿Cómo hubiese sido el mundo y la vida de la gente si las canciones de los Beatles nunca se hubieran escrito? Me parece una idea original. Lo dicho, un buen punto de partida.
Pero además de Danny Boyle (que ha hecho cosas tan interesantes como Slumdog Millonaire, Trainspotting, 28 días después o la gala de inauguración de los JJOO de 2012 en Londres), el guionista era Richard Curtis (Bridget Jones, Notting Hill, Love Actually…) y, efectivamente, lo que parecía una historia atractiva y original, acaba en un comedia romática sentimentaloide de las malas. Sin entrar en detalles, para no seguir haciendo spoilers, la trama se cae, los acontecimientos son previsibles, los personajes huecos… un desastre. Con los mimbres con los que partía, el resultado final es muy decepcionante (en Filmaffinity le dan un 6; no será por mi voto).
Y ahora viene lo más complicado: la música tampoco engancha. ¿Cómo la BSO de una película sobre las supuestas canciones que los Beatles no compusieron puede ser mala? Pues lo es. El rollo songwriter del muchacho tocando en su casa no me gustó. Ni siquiera cuando lo sacan de gira con banda. Suena regular. Y encima lo llevan de telonero (spoiler va) de Ed Sheeran. Es todo un disparate y una pérdida de tiempo para el espectador. Si lo del Brexit, de una vez va en serio, no creo que haya inconveniente en que Richard Curtis se quede allí. Y que Boyle vuelva, pero para hacer algo interesante.
Por acabar con algo positivo, sí me gustó esta secuencia en que aparece John Lennon con 78 años, diciendo algo muy parecido a lo que explicaba en una entrevista cuando le preguntaron si se imaginaba cómo iba a ser la vida de Yoko y él cuando tuviera 64 años (when I´m sixty four).
«Espero que seamos una linda pareja de viejecitos y que vivamos frente a la costa de Irlanda o algo así, mirando nuestro álbum de recuerdos de la locura»