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Rolling Stones en Madrid (01/06/2022), el gozo y el asombro

El ambiente no podía ser mejor. Se notaba en los alrededores, en los bares cercanos al estadio, incluso en aquel sol que pegaba sin castigar. Una marabunta intergeneracional (bastante menos Imserso de lo que uno apostaba) se estaba reuniendo con ganas de mover el culo y vociferar para celebrar la contemplación de un milagro: el inicio de la gira del 60 aniversario de los Rolling Stones. Solo ha habido un evento capaz de reunir al staff But We Like It, los cinco al completo, tras la pandemia. Y, evidentemente, tenía que ser éste.

En realidad, se trataba de una ocasión única. Durante los días anteriores, habíamos visto numerosos testimonios de Keith, Ronnie y Mick deambulando por Madrid. Llevaban una semana aquí, entre nosotros, en lugares tan comunes como el Reina Sofía, Chueca o El Retiro. Ensayando joyas como Mother´s Little Helper o She´s A Rainbow durante días en el Wanda.

Tras todo este calentamiento, te encuentras en mitad de un estadio en el que se apagan las luces para ofrecernos unos emocionantes minutos de homenaje a Charlie, el gran ausente, previas al mensaje más esperado: “Ladies and gentleman, The Rolling Stones”.

Entonces vemos a Keith en pantalla, rasgando uno de sus miles de riffs clásicos: el punkarra Street Fighting Man. Y aparece Jagger tomando la escena, insultando a las leyes de la naturaleza. El estadio estalla, la adrenalina fluye por las venas y es difícil no sentirse impresionado al ver a esas leyendas frente a ti, que aparecen con la intención no de cumplir decentemente (que es lo máximo que se podría pedir de ellos) sino de comerse el escenario y dar un antológico concierto de rock, soul, funk, blues y pop.

Para los que hemos asistido a unos cuantos conciertos, el primer tramo suele ser el más interesante (en el segundo sabemos lo que vamos a escuchar). En este caso, fue un primer tramo delicioso. Escuchamos la rabiosa 19th Nervous Breakdown que Jagger se toma con tal energía que uno juraría que ciertas leyendas podrían ser ciertas. Recuperaron con furia Sad, Sad, Sad (de Steel Wheels). Sonó Beast Of Burden, inmortal pieza soulera que finalizó con un conmovedor dueto con el gran Bernard Fowler. Se coló la reciente Living In A Ghost Town, que trajo unos aires negratas que engrandecieron la canción y que siempre estarán en el alma de su música.

Y, sobre todo, tocaron por primera vez (algunos historiadores dicen ahora que no) Out Of Time. Ahí es cuando corrí grave riesgo de emocionarme más de la cuenta berrando una de mis canciones favoritas desde que era niño, ejecutada de manera espectacular y acompañada en los coros por el estadio.

El detalle resulta en sí muy revelador: ¿qué tipo de repertorio tienes que tener para tocar una canción de esta magnitud por primera (o segunda) vez en 60 años?

La reacción fue tan entusiasta que hasta Keith parecía sorprendido. Y Mick nos puso a todos a cantar otra vez el estribillo una vez finalizada la canción. Y ahí te das cuenta: este hombre sigue siendo el puto amo, el más grande que se puede ver ahí arriba.

Y si lo de Mick resulta tan irreal que parece esconder un secreto que todavía no podemos comprender, sorprende ver a un Keith en mucha mejor forma que en los últimos años. Por lo tanto, teniendo que ser menos cubierto por Ron Wood. Aunque lo que en realidad emociona es ver cuando uno y otro se convierten en un solo ente que empieza a tejer acordes de guitarra en mitad de canción.

Keith recibió la ovación de la noche y cantó Happy con una potencia que dicen que se debe a su nueva voz de no fumador (de tabaco, aclara él).

El resto del concierto es un repertorio de ensueño que ejecutan sin ningún truco escénico. Ni humo, ni inflables, ni un petardo. Tan solo el asombro de verles y escucharles a ellos y a su soberbia banda de acompañamiento. Una música que suena, extrañamente, rejuvenecida. Tal vez por el toque más rockero de Steve Jordan, tal vez porque las guitarras suenan tan en primer plano como no lo hacían desde los 70.

You Cant Always Get What You Want, Honky Tonk Woman, Miss You, Midnight Rambler, Simpathy For The Devil, Start Me Up, Paint It Black, Jumpin´ Jack Flash y unas cuantas más que podríamos proyectar en onda holográfica al espacio exterior para que, dentro de millones de años, otras vidas inteligentes comprendan que fuimos unos bichos agresivos, autodestructivos y contaminantes, pero también inventamos esto del rock.

Y, para los bises, nada menos que Gimme Shelter en la que, sin dejar de echar de menos a Liza Fisher, disfrutamos del desparpajo y la energía de Sasha Allen y de su enfrentamiento vocal (y físico) con Jagger.

Para finalizar, como era de esperar, Satisfaction, que sonó más 60´s que nunca (algunos en foros argumentan que Keith no estaba conectado y por eso no sonaba su riff).

Y hasta aquí hemos llegado. Emocionados, borrachos, cansados, felices y un poco afónicos.

¿Su última gira, su último concierto por aquí? Si es así, se han ido como podíamos suponer de ellos: en la cima. Se han ido sin lloros ni excusas, sino echándonos un último y memorable polvo de despedida.

Qué grande ha sido, en todo caso, todo este largo viaje con ellos. Cuántos conciertos, cuántas ciudades, cuántas experiencias, con cuántos amigos. Qué inmensa suerte hemos tenido de vivir algo tan intenso y duradero, ahora que todo parece ser líquido o estar hecho de humo.

Aunque, por supuesto, quién sabe…

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